Los mejores discos que escuché del 29 de abril al 3 de mayo
Grandes escaparates, como se decía en los 90's. Solo que esos escaparates eran reales, tenían vidrios pesados, y lo que se vendía costaba muy caro.
Cuando Paul Auster era joven, su padre lo llevó a ver a los Mets. Estaba emocionado porque tenían asientos cerca del dugout. Al final del partido, uno de sus jugadores favoritos, no recuerdo cuál, se acercó mucho a él y Paul le tendió una pelota para que este jugador se la firmara. En un momento de confusión y desesperación, el jugador le hizo saber a Paul que no tenía un bolígrafo, como si estuviera ganando tiempo para que él y su padre pudieran conseguir uno. Al ver que nadie tenía ni siquiera un pedazo de carbón, el jugador le dijo: "Lo siento, chico, así no puedo firmarla". Le tocó la cabeza y se fue. Su padre, que era bastante duro con él (para ser honestos, no sé por qué lo llevó a un partido si realmente no le interesaba nada de lo que pasaba en su vida), se burló de él y gritaba en voz alta lo tonto que era su hijo. "¡Mira que venir a un partido de béisbol sin un bolígrafo!", decía. A partir de ese episodio, Paul Auster siempre llevaba un lápiz o un bolígrafo BIC a donde fuera. Sabía que esa era la mejor manera de enfrentar las emociones más intensas y abordar las ideas más inmediatas. Este hábito lo convirtió, finalmente creo yo, en el escritor increíble que todos conocemos.
Lo vamos a extrañar un montón.
Pero, aunque este triste episodio de un escritor tan importante pueda parecer relevante, en realidad no tiene importancia alguna aquí. Lo realmente importante, y por lo que estás leyendo este correo o este post, es para saber que...
Estos fueron los discos que más me emocionaron de esta semana que acaba de pasar:
Mannequin Pussy — I Got Heaven (Epitaph, 30 min. 2024)
Con una portada así, todo puede pasar. Fue lo primero que pensé cuando apareció este disco en mi Discovery de Spotify. Una tremenda pandilla de chicas de Pensilvania con cuatro discos en su alacena, enojadas, hipermotivadas, hartas, brutalmente honestas, y con un sonido que me recuerda al In-Utero de Nirvana y muchas veces también al primer Pixies. Descarnado, veloz, y a la vez suave y sensible. Cuando tienen la oportunidad de bajar la rabia, giran 360 grados a un sonido más Hole en canciones como “Nothing like” y “Sometimes”, pero cuando se lo proponen, y se saben que lo suyo es el terrorismo Cro-Mags, se sacan temas increíbles “Ok? Ok! Ok? Ok!” (cantada estupendamente por el bajista Colins Regisford) y “Aching”, una de las canciones más sinceras sobre el orgasmo que he escuchado en años. Un álbum de una intensidad y salvajismo de montaña rusa.
Cindy Lee — Diamond Jubilee (Realistik Studios, 152 min. 2024)
Dos horas 32 minutos de viaje. Una misión apoteósica. Un catálogo que conectara con las nuevas generaciones cuando asomen su cabeza al exterior luego de escuchar el Velvet Underground and Nico. Un catálogo interminable de sencillos tan poderosos que evocan múltiples sensaciones, pero están creados con instrumentos tan rudimentarios que harían sonrojar a todo el sello K Records. Como heredero del indie lo-fi y del Tom Waits de la época post Island Years, "Diamond Jubilee" de Cindy Lee sirve como vitrina de lo que el rock estadounidense ha estado gestando en la sombra durante las últimas dos décadas. Suena, como ya mencioné, a una amalgama de influencias que van desde Tom Waits, Mount Eerie, y The Frogs, hasta Phoebe Bridgers, Sharon Van Etten y Townes Van Zandt. Una torch song por cada track tus hijos te dio.
Tyla — Tyla (FAX Records, 38 min. 2024)
Un amigo me pasó una playlist de amapiano hace un par de meses y en ella había un remix de “Water” el primer single grande de Tyla Laura Seethal, mejor conocida como Tyla, artista de 22 años de Johannesburgo. Quizá el único comentario valido esta obra cumbre me atropelló sin aguava y no me dejó ver ni de reojo las placas. Un álbum impecable que lleva este género africano al terreno del R&B, conectando más con la primera Rihanna y la Solange de Tyler The Creator. Es frío, refinado, misterioso, increíblemente electrónico y a la vez tan acústico a la primera escucha, que a menudo uno no sabe si están manipulando máquinas o si es realmente un quinteto de jazz improvisando en un rincón. Junto a “Water” la preceden grandes temas como “Butterflies”, “On and On”, y “Priorities” donde Tyla, con su voz envolvente e hipnótica, narra historias sobre honestidad, amor correspondido y reacción ante el dolor de los demás. Estoy completamente enganchado.
The Fat White Family — Forgiveness is yours (Domino Recording, 40 min. 2024)
Los verdaderos emperadores del “no podrían nunca tomarnos en serio ni aunque les pagásemos” han regresado después de un descanso espiritual de varios años que en el camino casi los deja sin integrantes. Ya sin el co-fundador Saul Adamczewski y el tecladista Nathan Saoudi, su frontman Lias Saoudi, se las ha ingeniado casi en soledad para elaborar un álbum en el que la locura, el desenfreno, la sátira y la poligamia son la rueda que mueve (desde su perspectiva de excesos), el mundo post-brexit. Desde la genial “Bullet of dignity” con sus arreglos de sítar falsos y su funk electrónico, hasta su sencillo “Work”, una de las más grandes payasadas modernas en tono de parodia a The Weeknd, los oriundos de Londres son deleznables, expertos en hacer de la neurosis una canción, y ultra cancelables por definición. Forgiveness is yours es ese gran disco que necesitabas pero que en realidad no sabías que necesitabas.
Bullion — Affection (Ghostly International, 40 min. 2024)
A la primera escucha, el álbum del artista de Londres, Nathan Jenkins mejor conocido como Bullion, pareciera no tener un gancho por su perfeccionismo casi enfermo en cada uno de los tracks y su estructura banal new age de pop dos milero. Lo que lo vuelve sumamente valioso y atractivo, al final, es esta sensación de éxtasis en conceptos inamovibles para cada tema: no hay conflicto, no hay historias, no hay aventura; todas y cada una de las canciones dibujan un paisaje propio que parece sacado de un sueño. La familia, los sacrificios, la amistad, el trabajo árduo, todas ideas que, volviendo al primer punto, en una primera escucha confuden. Es un disco perfecto que que invita a volver a escucharlo una y otra vez. Hay temas con Carly Rae Jepsen (la increíble Rare) y el tema abridor con Panda Bear (la brutal A city’s never). Un caso de uso para cualquiera que quiera entrarle a la electrónica y salir completamente limpio. ¿Será un estoico que lee a Marco Aurelio?
También escuché y están bien buenos:
Iron Maiden — Somewhere in time (Uno que nunca escuché de niño y que me sorprendió mucho, temas como “Wasted Years” me impresionaron)
Six Organs of Admittance — Time is glass (Regresó la guitarra de ultratumba con todo y moraleja)
"La habitación del hombre moderno es austera, pero en su simplicidad irradia riqueza y sofisticación. Solo hay una cama o colchón y un iPad. Ninguno de los accesorios de antaño que indicaban inteligencia, interés artístico o curiosidad por el mundo son evidentes."
— Ian Svenonius